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José Carlos Rodríguez I
Santiago de Compostela (EFE).- Santiago de Compostela es una de las ciudades europeas con mayor presión turística sobre la población residente. El número de pernoctaciones por habitante supera incluso a ciudades como Roma, Londres, Madrid o Barcelona, una situación que ocasiona problemas entre los vecinos de algunos barrios, que sienten que se les está “echando” de la ciudad.
El año pasado, la Oficina del Peregrino expidió un total de 438.000 compostelas, la cifra más alta de su historia. Al aeropuerto de Lavacolla llegaron un total de 3.236.619 pasajeros, superando ampliamente los números que registraba antes de la pandemia y, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Santiago cerró 2022 con 838.594 visitantes y más de un millón y medio de pernoctaciones, en una ciudad en la que tan solo hay censados 98.179 habitantes.
De enero a marzo de este año a la ciudad han llegado 121.694 personas. Los últimos datos de Semana Santa reflejaron una ocupación hotelera superior al 75 %, una situación que desde las asociaciones hosteleras celebran y dan cuenta de las “buenas perspectivas turísticas de la ciudad”.
Sin embargo, no ocurre así entre los vecinos de la capital gallega. Desde la asociación vecinal A Xuntanza observan cómo “se está imponiendo un modelo de ciudad” que en los últimos años “solo genera molestias” y que “no repercute económicamente” en la vida diaria de los residentes.
Esto ocurre, especialmente, en el Casco Histórico de Santiago y en barrios tradicionales como el de San Pedro, entrada natural de los peregrinos a la meta compostelana.
Calles abarrotadas en las que literalmente se impide “el paso físico”, basuras apiladas, ruidos a cualquier hora del día, conflictos entre ciclistas y peatones, cambios en la oferta hostelera, destrucción del comercio local o tradicional, la proliferación de viviendas de uso turístico o la subida exponencial de precio del alquiler son algunas de las consecuencias de un turismo que crece cada año.
“Llevamos avisando de esta problemática desde hace ocho años. El turismo desborda la vida en algunos barrios. Somos una ciudad pequeña y hay servicios que no se mejoran porque el dinero se destina a acoger a todos los turistas que vienen”, apunta a EFE Mercedes Vázquez, vocal de la asociación de vecinos A Xuntanza.
Las propuestas y posibles soluciones llegan tarde. Según Mercedes, el turismo es un sector económico “equiparable a cualquier tipo de industria”, por lo que son necesarios “estudios de impacto reales” para determinar cómo afecta a la calidad de vida de los vecinos.
Desde la asociación, ante la “inacción” de las administraciones intentan ser “proactivos”. Por ello, el año pasado elaboraron un decálogo de Buenas Prácticas que incluye diez medidas básicas para promover la convivencia entre turistas y residentes.
“Hay un rechazo general a los peregrinos y turistas porque en mi barrio entre el 80 % y el 90 % de la gente no vive del turismo. Se nos está imponiendo un modelo de ciudad que solo genera problemas. Ya nadie quiere pasear por el casco viejo, existe un desapego a ciertas zonas que se han convertido en un “parque temático”, explica Vázquez.
El crecimiento del turismo ha llevado al consistorio local a elaborar una propuesta que ya existe en otras ciudades como Barcelona: un impuesto turístico para gravar el impacto que generan los visitantes en la ciudad.
El Ayuntamiento de Santiago presentó al sector hostelero un estudio sobre este impuesto turístico que establecería un pago de entre 0,5 céntimos y 2,5 euros por día con un límite de seis jornadas, en función de la categoría del establecimiento hotelero, y que también incluiría las viviendas de uso turístico.
El estudio propone que sea el Parlamento gallego el que elabore una ley que pueda autorizar a los municipios a aplicar este gravamen si así lo consideran. De la recaudación se encargarían los propios establecimientos hoteleros, que cobrarían este impuesto al turista en el momento del “check-out”.
Según el estudio, este impuesto podría generar unos ingresos a la ciudad de entre 2,5 y 3 millones de euros al año. Lo que aún está en debate sería para qué se destinaría este dinero, ya que tanto vecinos como asociaciones hosteleras tienen diferentes puntos de vista.
El alcalde de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo, indicó, entre las “posibles finalidades” a las que se podría destinar esa recaudación, la rehabilitación y conservación de la ciudad histórica en “un sentido amplio”.
Eso incluiría “el mantenimiento de la población que está viviendo en la ciudad histórica y el comercio tradicional de la misma”, pero también podría dedicarse a cubrir el “sobrecoste que el impacto turístico puede ocasionar en determinados servicios”, así como la financiación de actividades y eventos lúdicos y culturales.
El último informe elaborado por Idealista sobre el precio del alquiler cifra en un 9,5 % la subida de la renta media respecto a diciembre del 2021. El metro cuadrado en Santiago se paga a unos 8,2 euros, de manera que alquilar una vivienda de 90 metros supone aproximadamente un desembolso de 738 euros mensuales.
En la subida de los alquileres influye la escasa vivienda pública, pero también la proliferación de las viviendas de uso turístico, a las que el ayuntamiento trata de poner freno.
La modificación del Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM) que regula por primera vez esa actividad fuera del casco histórico -en esta zona están totalmente prohibidas por su propio plan específico- permite que, con carácter general, solo puedan instalarse este tipo de viviendas en los bajos, si admiten uso residencial, o, en su defecto, en la primera planta.
La concejala de Urbanismo, Mercedes Rosón, apunta a que además del casco viejo, es posible que otros barrios también estén “tensionados” y afirma que queda “mucho camino por delante” para hacer de Santiago la ciudad que ha sido siempre, “de estudiantes, cultural, mucho más que una ciudad turística”.
Aunque en los últimos años han proliferado este tipo de viviendas, desde el portal especializado AirDNA señalan que de las 909 viviendas de uso turístico que había en Santiago a finales del tercer trimestre de 2022 ya solo quedan 523.
Sin embargo, en la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia cifran en un total de 681 los pisos turísticos, según el Registro de Empresas y Actividades Turísticas (REAT).
De cara a las elecciones municipales, el actual regidor y candidato por el Partido Socialista a la alcaldía de la ciudad, Xosé Sánchez Bugallo, sostiene que el turismo es “una actividad económica muy importante en Santiago”, generadora de empleo, y que lo que se trata es de buscar “la mejor y la más óptima convivencia entre los turistas y los vecinos”.
El edil de Turismo, Sindo Guinarte, señala que los principales objetivos son “la desestacionalización y el incremento de la pernoctación”, que están unidos a determinadas políticas turísticas como “favorecer el turismo de congresos” y promover el “turismo internacional de mercado emisores lejanos” como el estadounidense o el asiático.
Además, añade que trabajan para elaborar un pacto local para el turismo sostenible, con el fin de mantener la actividad turística pero preservar la vida ciudadana en los barrios.
La candidata del BNG, Goretti Sanmartín, se centra especialmente en un objetivo: “fijar población en la zona vieja”.
Para ello, propone la declaración del casco histórico como “zona saturada de tiendas de regalos”; la compra por parte del ayuntamiento de “determinados bajos comerciales vacíos” para ponerlos a disposición de personas que impulsen negocios tradicionales; la movilización del parque de vivienda vacía en la ciudad; la creación de un parque de vivienda municipal para alquiler a través de la rehabilitación; líneas de ayudas para insonorización y aislamiento energético de inmuebles; campañas de sensibilización para los turistas; o potenciar el Mercado de Abastos; entre otras medidas.
Desde el PPdeG, el candidato Borja Verea considera que las viviendas de uso turístico “no tienen la culpa de la falta de vivienda” en la ciudad y apuesta también por poner a disposición de la gente las viviendas vacías.
La movilización de estas viviendas vacías destinadas al alquiler, así como bonificaciones para estudiantes; rehabilitación del casco histórico; una normativa para dividir apartamentos más grandes en varios más pequeños; un equipo específico de captación de eventos nacionales e internacionales; la creación de la mesa del Turismo Compostela que aúne a todo el sector; un Observatorio de Turismo o el fomento de la Semana Santa y la gastronomía de la ciudad son algunas de las propuestas de los populares.
Por último, en Compostela Aberta, Marta Lois apuesta por crear un fondo local para el fomento del turismo sostenible, la creación de un foro ciudadano sobre convivencia y turismo, una moratoria en la apertura de tiendas de regalos, reforzar la inspección de pisos turísticos ilegales o promover Compostela como un destino LGTBIQ, y amigable con las familias, los veganos o las mascotas. EFE
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