2024-04-16 17:50:15

Don Guillermo, a los 64 años, salió de las sombras y encontró en la formación para la paz, el sentido de su vida

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Guillermo León Torres tiene 64 años. Vive en un hogar de adultos, en el programa público del Distrito desde hace 4 años. Se gana la vida con manualidades de chaquiras que vende en las calles de la ciudad y acaba de aprobar su grado 5° de primaria en el Centro de Formación y Reconciliación para la Paz (CEPAR), con ayuda del Colegio El Sufragio, quiénes en articulación con la Alcaldía de Medellín, posibilitan que la población vulnerable formalice sus estudios y que validen y certifiquen su básica primaria y su bachillerato.

“Yo vengo de una vida muy oscura y de hace unos años para acá, he vuelto a vivir. Quisiera terminar mi bachillerato y seguir con mis estudios superiores. Yo estuve muchos años en calle como poliadicto, hasta que me decidí a salir adelante antes de que fuera demasiado tarde”.

El CEPAR se ha convertido en un escenario familiar, cálido y cercano que aporta a la construcción de paz y reconstrucción de proyectos de vida de población víctima del conflicto armado; personas en proceso de reintegración y jóvenes del Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes, ya que esto les permite terminar sus estudios con un plan de trabajo adaptado para ellos y con el respaldo de una institución educativa que les acompaña en su proceso de certificación.

“Después de aquel pasado tan turbulento por el cual pasé, yo creo que he vuelto a nacer. Me he dado cuenta de que lo mejor es vivir en paz con la familia, la sociedad y por supuesto con mi propio ser. Doy gracias a mi poder de superación y al universo. La capacidad de resiliencia con que ahora cuento es muy buena”.

El hoy de don Guillermo

Hoy, Guillermo comienza a cursar sexto grado. Sabe que debe esforzarse mucho para las siguientes validaciones, porque sueña con terminar su bachillerato. Disfruta leer literatura y escribir, ser un artesano y sueña con tener un empleo digno. Él afirma que se lleva muy bien con sus educadores y compañeros, dice que sus maestros lo guían, lo motivan y lo apoyan, tanto así, que están pendientes de él y han construido una red de apoyo donde todos son distintos, tienen una historia, pero las mismas ganas de salir adelante.

El valor de las segundas oportunidades

Don Guillermo recuerda que, “al entrar al colegio y comenzar primero de bachillerato, las malas compañías y mi inocencia de pueblerino hicieron que yo sacara las uñas y comencé a estrellarme con muchos muros, tanto así que no pude terminar primero de bachillerato”, y por tal razón el CEPAR se ha convertido en ese espacio donde puedo proyectarme como un ser humano capaz y un gran estudiante.

Formar para la vida, formar para la paz, enseñar que existe una segunda oportunidad y contribuir en la vida de personas que anhelan cumplir propósitos educativos que años atrás fueron entorpecidos por distintas razones del conflicto, es el mejor camino para la construcción del futuro que queremos ser en lo social y en lo personal.

En el Centro de Formación para la Paz y la Reconciliación convergen las historias como las de don Guillermo León, donde la resiliencia, la constancia y el valor de las segundas oportunidades son los ejes transformadores de muchas vidas que le apuestan a la construcción de paz y la reconciliación.


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